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Almudena Millán.  Pinturas

“La Nellie, una yola de crucero, se inclinó hacia su ancla sin la menor agitación

de las velas y quedó en reposo. (…) El aire estaba oscuro sobre Gravesend, e

incluso más allá aparecía condensado en una lúgrube penumbra, cerniéndose

inmóvil… Así arranca El Corazón de las Tinieblas de Joseph Conrad. La calma

como antesala del descenso al horror.

 

No es difícil imaginar cualquiera de las pinturas de Almudena Millán viajando a

través de La Nellie: entre el paisaje nublado y el más íntimo pedazo de piel

desnuda, entre la más cálida flor y la enorme herida infecta.

 

A medio camino de la figuración y sin trabajar totalmente en la abstracción, bajo

la técnica exquisita de la artista asoma la universal tensión entre opuestos. Lo

nuevo y lo viejo, a veces vivo, a veces muerto, a veces dulce, a veces amargo,

suave y duro, a veces orgánico, o como una roca… Almudena Millán desvela.

La fragilidad es expuesta frente al espectador, hierática como un icono religioso,

y en un ejercicio de alquimia es transformada en la mayor virtud de la naturaleza

y, por extensión, del ser humano”.

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